Razones para boicotear los juegos olímpicos de Pekín hay muchas, más de las que la gente piensa. Pásense por la página que Amnistía Internacional le dedica a la situación del país asiático y de paso aprovechen para firmar la petición de mejoras en los derechos humanos dirigida al Presidente de la República.
Sin embargo, por la cobertura mediática recibida y las manifestaciones de activistas de medio mundo, parecería que el único problema con los derechos humanos que tiene en la actualidad la República Popular China es la ocupación militar del Tíbet. Que no digo que esté bien, Buda me libre, pero que habría que encuadrar en la situación global que padecen los más de mil trescientos millones de habitantes que viven bajo la dictadura del gobierno de Pekín. Y sobre todo, lo que habría que ir eliminando es esa visión idílica del Tíbet de antes de la invasión china en la que nos quieren hacer creer: el mítico reino de Shangri-La donde los campesinos vivían felices bajo la paternal guía del Dalai Lama.
En realidad, el Tíbet era un reino feudal, donde la propiedad estaba en manos de una minoría de señores y de los monasterios, dueños a un tiempo de vidas y haciendas. Una situación que en pleno siglo XX era equiparable a la edad media europea, y que acabó con la invasión china en 1950. Los chinos abolieron la servidumbre, abrieron escuelas laicas, expropiaron las tierras y crearon comunas para su explotación. Por supuesto en este medio siglo de ocupación ha habido muchos abusos, especialmente durante el Gran Salto Adelante y la Revolución Cultural, pero no muy diferentes a los que ha sufrido el resto de la población china. Pueden encontrar un adecuado resumen de estos hechos en el siguiente artículo de Michael Parenty:
Friendly Feudalism: The Tibet Myth
Personalmente no dudo de la buena voluntad del Dalai Lama, pero cuando le oigo hablar de democracia y derechos humanos me acuerdo de Rouco, Cañizares y García Gascó pidiendo lo mismo para España. Y me entra la risa floja.
2 comentarios:
Curioso, señor Mentor, pero el otro día pensaba en lo mismo, en si la gente sabe lo que defiende al apagar la antorcha olímpica. En el budismo muchos miran mal a los lamas tibetanos precisamente por lo que usted apunta. Es algo así como los cristianos medievales que rajaban de los monasterios católicos por sus riquezas. Como decía en el post anterior, con el tema del Tibet vemos una nueva muestra de la desinformada seudoespiritualidad que profesan muchos en Occidente.
Conozco poco de la historia del Tibet, mucho menos de lo que sería necesario para opinar. Pero sí me considero lo suficientemente informado para criticar la presión que se está ejerciendo sobre el tema de los Juegos, que me parece muy mediática. En los juegos están puestas las esperanzas y el trabajo de mucha gente que no tiene nada que ver con el régimen, y que incluso lo pueden llegar a sufrir. En los juegos hay muchas esperanzas de apertura, puesto que el contacto con el exterior y con el distinto es la mejor vía para la apertura. Un boicot tendría por tanto el efecto contrario, el de la cerrazón, el del aislamiento. Los que tanto critican al paso de la antorcha debían haber hablado en su momento, porque el régimen comunista que critican ya estaba, con todos sus atributos, cuando Pekín fue elegida sede.
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