martes, 29 de abril de 2008

Realismo socialista

Nuestro viejo amigo y fiel lector, el Profesor Franz, nos envía esta crítica de arte, ya que su histórica tribuna digital en El Replicante hace tiempo que está inactiva por la desidia de sus líderes. Dada la calidad del texto, y buscando siempre el provecho que pueden sacar de él nuestros lectores, estamos encantados de publicarlo, aunque advertimos que El Conciso no se hace responsable ni defiende las ideas expresadas por sus colaboradores.

Les recomiendo que, si están en Cádiz, se pasen por el castillo de Santa Catalina a ver la colección de pintura rusa del siglo XX que actualmente allí se expone. Y que si el tema no les atrae demasiado o tienen prisa, pasen de largo por las salas dedicadas al impresionismo y la pintura paisajista y vayan directamente a la última, la dedicada al realismo socialista.

El realismo socialista. Qué gran escuela y qué desprestigiada. Sublimación de toda la historia del arte, triunfo de la verdad desnuda. Qué mejor manera de enseñar a los trabajadores los principios del materialismo dialéctico que la abolición del decadente subjetivismo. Cuadros y esculturas que mostraban el control de los medios de producción por el proletariado y su representante legítimo, el Partido. El pueblo tenía así ocasión de conocer la imagen real de sus líderes y su tenaz esfuerzo conduciendo a las masas por el camino de la revolución. Títulos que ya de por sí eran un manifiesto: "El Mariskal Zukhov inspeccionando las defensas de Moscú", "Lenin explicando el nuevo plan quinquenal a unos campesinos", "Kalinin inaugurando la estación hidroeléctrica del Dnieper"...

Un buen día, no sabemos cómo, el realismo desapareció de las galerías de arte y fue sustituido por la actual confusa mezcolanza de estilos que tanto gusta a la burguesía. Ah, cómo añoramos esos salones estacionales en los que un jurado formado por sesudos académicos con chistera otorgaba medallas y diplomas basándose exclusivamente en el verismo de las obras a concurso. Ahora las administraciones públicas conceden sus prebendas para cubrir cuotas cuando no por criterios espurios como la juventud del artista o el grado de provocación de la obra. La provocación a cargo de los presupuestos generales del estado; nada nuevo bajo el sol: lo hacían los reyes absolutistas con sus bufones.

Basta ya de experimentos con dinero público! El mecenazgo con las artes es necesario, pero debe estar fundado en sólidos valores estéticos y premiar el mérito y el esfuerzo. Aprovechando la coincidencia de sendos gobiernos socialistas en el país y la región, además de en muchos de nuestros municipios, es el momento de impulsar de nuevo esta corriente artística. Que se forme un comité de catedráticos de bellas artes fieles al realismo que decida qué artistas merecen ser becados. Desde aquí proponemos a los afortunados algunos temas que consideramos apropiados para llevar a sus lienzos: "Homenaje del sindicato de ferroviarios a la ministra Álvarez", "Zarrías habla del futuro a los trabajadores de Delphi", "Monteseirín dirigiendo las obras del Metrosol-Parasol". No será por falta de motivos épicos.

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