sábado, 22 de diciembre de 2007
Fun, Fun, Fun
La cuestión es que El Ilustrador tiene razón. Adoro la Navidad. Me gusta todo de ella, incluso lo que me irrita. Es lo que tienen los duendes: les ponen unas cuantas lucecitas, unos cascabeles sonando, algún que otro copo de nieve con compás de pluma... y ya está. Perdido. La Navidad como AtrapaDuendes gigante.
Me gustan los roscos de vino y las luces de hada y las estrellas brillantes. Atesoro -desde que era pequeña duende- una ingente cantidad de libros y revistas que hablan tanto del solsticio hiemal y el culto al muérdago como de la mejor manera de meterle ciruelas por el culo a un pavo, queridas. Ya ven, duendina buena, duendina diligente.
Incluso me divierte la parte chirrihiriente, la de regalos insufriblemente horteras y familiares desquiciados olvidando la bolsa con los langostinos en el tren. Me fascina la naturaleza humana, tan mezquina que ha sido de capaz de convertir una fecha dedicada al juego, la gratitud y la esperanza en una ordalía de egoísmo salvaje.
Ya les iré ilustrando en los días venideros -confirmando a sus ojos la afirmación de nuestro amigo-. Por ahora, me limito a acudir en su socorro: si los compromisos sociales amenazan con dinamitarle su plan navideño -que no debería ir mucho más allá de la zampa, el bebercio, la tele y las entreñables conversaciones con aquellos que nos han perdonado tantas cosas- aquí tienen esta ayuda.
(Cojan el diccionario de inglés, just in case)
Besos.
Que los Niños lo canten bien.
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1 comentario:
Siempre me he preguntado cómo coño encuentra la gente estas cosas... y, sobre todo, el tiempo para hacerlas!
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