En la Biblioteca Nacional existe un fondo llamado Comín Colomer que ofrece un amplio catálogo de obras sobre masonería, conteniendo auténticos incunables difíciles de encontrar de otra manera. Sin embargo, pocos de los investigadores que hacen uso de él sabrán como se formó. Una historia que demuestra que los caminos de la sabiduría a veces tienen muchas revueltas.
Eduardo Comín Colomer era un joven que quería ser policía. Intentó ingresar en el cuerpo durante la Segunda República, pero siempre suspendía los exámenes de ingreso. Se dedicó al periodismo en Zaragoza y la Guerra Civil le permitió cumplir su primera vocación. Entró en la policía al servicio de los sublevados y pronto accedió a la siniestra sección política. Tras finalizar el conflicto, pasó al departamento encargado de investigar la Masonería. Uno de sus cometidos fue recorrer España recogiendo documentos de esta y otras organizaciones políticas y sociales proscritas por el nuevo régimen. Se trataba de ver su extensión y sobre todo acceder a listas de afiliados para que cayera sobre ellos la represión. Comín Colomer se aficionó entonces a coleccionar documentos sobre las logias. De las requisas se quedaba con libros y folletos, cuando no directamente documentación primaria. Empezó a su vez a adquirir obras sobre el tema, que en la España de los años 40 eran abundantes, y con el tiempo llegó a conseguir trabajos publicados fuera de nuestro país, bastantes de ellos con sesgo antifranquista. El resultado fue una colección impresionante de volúmenes sobre la masonería y una valiosísima recopilación de documentos incautados en las logias o a los propios masones detenidos.
El tenaz policía destacó además en su profesión por su visión innovadora. Consiguió personalmente introducir en los planes de estudio del cuerpo las técnicas de investigación social, siendo su primer profesor. También rescató su trabajo de periodista y fue escritor sobre los temas que combatía. Publicó entre otros trabajos una historia del comunismo en España y una historia del anarquismo español en varios volúmenes. Otras obras suyas llevan títulos tan sugestivos como Stalin, Gengis Kan Y Pedro I El Grande: planes de invasion de Europa. Comín llegó a comisario y en 1975, tras su muerte, su viuda donó a la Biblioteca Nacional su colección sobre masonería, un fondo de valor incalculable. La paradoja es que ahora los estudiosos podrán saber más sobre esta organización de la mano de un policía reaccionario que la combatió y se obsesionó con ella. Les adjunto un link con más información.
Fondo Comín Colomer
POSDATA
Mientras preparaba este post he visto en el digital de La Voz de Cádiz un artículo sobre la reciente publicación del informe PISA sobre los malos resultados escolares en Andalucía. Creo tiene ideas interesantes y la educación es uno de los pilares que informan a esta panda de concisos ilustrados.
Artículo La Voz
domingo, 9 de diciembre de 2007
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