domingo, 11 de noviembre de 2007

Los concisos ilustrados

Hace un par de años coincidieron, en una entrevista radiofónica, los insignes integrantes del grupo musical Los Caños y la Modelo del Momento. Nadie sabe si fue de motu propio o vía discurso ‘Me encantan los perros-por eso quiero tener niños-y la paz en el mundo’. Lo cierto es que Modelo del Momento confesó que era una contumaz lectora. Semejante afirmación provocó las risotadas crueles de sus compañeros de micro, que se hicieron con varios puntos asnales al esputarle: ‘Pero, ¡si leer no sirve de nada! Míranos a nosotros, que no hemos estudiado en la vida, y dónde estamos ahora’.

Comentamos a menudo que esa no es la sorpresa, que lo normal en estos lares ha sido siempre loar la picaresca, retozar en la ignorancia y sobrevivir a base de bien con la ley del mínimo esfuerzo. Lo inaudito, desde hace un tiempo, es que todo ello viene siendo promocionado desde arriba –movida promovida- en una bochornosa actualización del pan y circo.

Con el fin de no sucumbir a la molicie imperante y retroalimentar las pocas neuronas que seguirán siendo capaces de puntuar al Braintraining cuando estemos en el asilo, nace este rincón. El Conciso toma el nombre de un más que digno periódico doceañista de corte liberal. Sus autores creemos firmemente –al margen de cualquier tipo de carreta oficial- que aquel breve periodo de la historia de España fue un extraño rapto de lucidez. Ya saben: ‘En 1810 toda España había sucumbido a la invasión francesa… ¿Toda? Toda no. Un pequeño reducto de españoles resistía valerosamente al invasor…’. Diputados de todos los rincones del país –y semejante concepto incluía en la época gran parte de América- se reunieron durante dos años en las islas de Cádiz y de León para dirimir el futuro de un Estado en ascuas. Allí, se propusieron la muy utópica tarea de apuntar y rechazar libertades –lástima que el afán reformista no les llegara suficientemente lejos y su ‘libertador’ terminará tirando desdeñosamente todos sus logros al estercolero-. Pero debieron ser, qué duda cabe, unos años interesantes, con los franceses en los pinares, las fanfarronas bombas nocturnas, los ingleses de aliados, el Hospicio vaciado de locos para recibir a Wellington, un batallón de extremeños –liderados por un escocés- combatiendo con ropas de los tercios de Flandes, los masones escondiendo documentos, la Inquisición siendo derogada en el atrio de una iglesia. Todo un Sábado de Carnaval en nuestra Historia de Cuaresma y Penitencia.

(Como verán, precisamente en honor a esa época, todos los colaboradores hemos adoptado nombres de periódicos del momento)

El Conciso no aspira a ser más que una pequeña resistencia a la caspa y zafiedad imperantes. Un lugar en el que hablar, compartir y comentar todo lo que nos haga abrir los ojos y las orejas desmesuradamente. Criticaremos lo que creamos atenta contra el sentido común y la inteligencia y recogeremos todo aquello que pueda contribuir a ensalzar los valores de convivencia, el bienestar y el desarrollo personal –y aquí se abre un amplio abanico en el que se incluye desde la conveniencia de la educación laica hasta cómo hacer un martini perfecto. Y si alguien cree que Eva Mendes de Caperucita merece ser incluida como valor de bienestar y crecimiento, muy probablemente aplaudiremos la moción-.

Como dirían los plumillas de épocas pretéritas, los aquí firmantes esperamos que encuentren estos comentarios, denuncias, recomendaciones y consejos adecuados para el cultivo del gusto y el goce del intelecto.

Sin nada más que añadir, les saluda

El duende de los cafés

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Más fácil será hablar de malas -molestas- costumbres que de buenas, me temo. Creo que ni siquiera merece la pena intentarlo. Y el ruido y quienes los provocan podrían ser objeto de críticas variadas, porque entre esos ruidosos no sólo hay conductores que sienten la necesidad de compartir la música que escuchan en sus vehículos, vecinos que intentan evitar a toda costa el desgaste de las teclas de los telefonillos o aquellos que sienten la irresistible necesidad de cantar y tocar las palmas a las tres de la madrugada. Qué va. También está el Ayuntamiento, que ha delegado la delicada labor de desvelar a los gaditanos en una empresa concesionaria, la UTE que se encarga de la limpieza y que ¡oh milagro! ha conseguido, con vehículos nuevos, armar más escándalo que la antigua y decibélica UTE-Cádiz. Hay un vehículo, popularmente conocido como el "ovni", que al parecer sirve para desconchar la pintura de las aceras; no sé si lo habreis visto, es un cacharro con una especie de escobas circulares a los lados que va refregando los bordillos y que hace un ruido espectacular. Por supuesto, este invento sale a la calle a las dos o tres de la madrugada por mi barrio, y pasa dos veces por la misma calle: una por cada acera. En aquellas noches en forzosa vela, cuando el cacharro ha pasado por tercera o cuarta vez, he acuñado la teoría de que el ovni ha sido secuestrado. Un loco del barrio, sin duda, ha robado el artefacto y se dedica a dar vueltas por las noches, me imagino que para fastidiar al cura de San Lorenzo y al de la Castrense, que digo yo que vivirán por ahí. ¿Por qué querrían fastidiar a estos santos varones? Muy fácil: porque al loco lo despertó un domingo, a las siete de la mañana, un cura con un altavoz que perpetraba un rosario de la aurora.

Anónimo dijo...

Uy, qué miedo me da eso de "resistencia a la caspa y zafiedad imperantes" o "Criticaremos lo que creamos atenta contra el sentido común y la inteligencia". Tiemblo al pensar que muchas de mis ocurrencias puedan entrar en cualquiera de esos apartados y no digamos ya las ocurrencias de un blog afin al que usted ya sabe que me refiero.

Sólo me tranquiliza lo de "se abre un amplio abanico".

Jaja. Que no. Que comprendo muy bien a lo que se refieren y lo veo muy necesario. Que vaya bien.