martes, 3 de marzo de 2009

Antony


Es incómodo para un ateo escribir estas cosas, pero Amadeus, de Milos Forman, además de convertirse en un referente en mi vida, me descubrió que, mucho más allá de mi falta de fe, había una realidad indiscutible: Al Pajarito Mandón le gusta la música, y le gusta que le canten. Y cada cierto tiempo, aprovechando esta especie que no le salió tonta del todo, manda a este mundo insalvable (Él ya lo sabe, Él lo intentó, pero este mundo es insalvable y lo ha admitido) un ser elegido que le cante, o le componga, o le toque lo que sea. La música le puede. Una vez enviado el elegido, lo marca, lo estigmatiza, El Pajarito Mandón es así. Lo hace pobre, o drogadicto, o lo deja morir joven, o le da un cuerpo que no es el suyo, esas lindeces de mandón-matón. Pero, al menos, a los demás mortales nos deja compartirlo, aún no se sabe por qué extraña razón. Es una suerte.

5 comentarios:

Academia de Ociosos dijo...

Antes de que mis compañeros y correligionarios se extrañen y/o me critiquen: Esto es, en efecto, una relectura de una antigua entrada que fue eliminada hace tiempo por no reflejar, exactamente, ni en ideas ni en estilo, lo que su autor pretendía. Saludos.

El Duende de los Cafés dijo...

Me recuerda en algo lo que decía Santa Hildegarda, aquello de que entre todas las criaturas, el demonio es la única que no canta porque la música es el medio que tiene la Creación de alabar a quien la puso en marcha.

El Mentor o Ilustrador Popular dijo...

Hildegarda no escuchaba las cosas que yo escucho...

Academia de Ociosos dijo...

Eran otros tiempos... pero creo que había cosas que sí se compartían.... alrededor de la música, I mean, usted que es farmacólogo me entiende.

Anónimo dijo...

a mi su música me gustaba al principo ahora me da unpoco igual

lacoleccionista