lunes, 23 de junio de 2008
Old Vic
Podría también haber titulado este post como una vieja película de Alec Guinness: "Un genio anda suelto". Porque eso y no otra cosa es Vic Chesnutt: un maldito genio. Y lo traemos ahora al blog porque el pasado sábado, a la misma hora que Manolo García llenaba el auditorio de Sevilla, dio en un Teatro Central medio vacío uno de los conciertos más intensos y emocionantes a los que este Mentor ha asistido en su larga vida.
Chesnutt, nacido en Florida en el 64 aunque criado en Georgia, sufrió con 18 años un accidente de coche que le dejó el cuerpo semiparalizado, incluidas las manos. No obstante, y a pesar de sus limitaciones físicas, ha desarrollado una técnica prodigiosa para seguir tocando la guitarra, y de qué manera. Únase a ello una voz de cantaor jondo y un talento para componer canciones capaces de derretir montañas de hielo y tendrán una imagen aproximada del personaje. Para su último trabajo, North Star Deserter (2007), se ha hecho acompañar de Guy Picciotto (Fugazi) y de miembros y miembras de los dos grupos de nombre más largo del panorama independiente: Godspeed You! Black Emperor y Thee Silver Mt. Zion Orchestra y Tra La La Band. Aunque se trata de una obra maestra y ha sido reconocido por la crítica como uno de los mejores discos del pasado año, no es sino un pálido reflejo de lo que este hombre es capaz de sacar cuando está en un escenario.
Y es que sin bajarse de la silla de ruedas Vic dirige a su banda, puntea la guitarra, toca la armónica y el pito de carnaval, canta, grita, susurra, gime, eructa, hace bromas e incluso explica las peculiaridades de la pronunciación y el sentido de algunas expresiones soeces que se usan en Georgia. Hay que verlo, así que les dejo este vídeo en el que interpreta uno de los temas de su último disco, Debriefing, que trata de las vejaciones a las que el sistema sanitario norteamericano somete a los más necesitados. "I love life and hate my country", dijo Vic cuando lo presentó en Sevilla.
viernes, 20 de junio de 2008
Planeta prohibido
En la historia de la música electrónica, la pareja formada por Louis y Bebe Barron ocupa un puesto de honor por su trabajo pionero con cintas magnéticas y circuitos caseros a principios de los años 50. Aunque su obra más conocida fue la banda sonora de la película Forbidden Planet (1956). Seguramente la recordarán de algún pase televisivo. Era una adaptación en clave de ciencia ficción de La Tempestad de Shakespeare, en la que una nave (comandada por Leslie Nielsen!) aterriza en un planeta en el que sólo viven un científico presumiblemente loco, su bella hija y su criado, el robot Robbie. Y algo más, evidentemente, pero no se lo desvelo por si este post les despierta las ganas de verla de nuevo.
La banda sonora que compusieron los Barron no se parecía ni remotamente a nada que se hubiera hecho anteriormente en la industria del cine. Aunque los sonidos sintetizados ya se habían empleado en alguna película anterior, ésta era la primera vez que toda la banda sonora estaba elaborada por medios electrónicos. Y nada de melodías clásicas adaptadas. Puros sonidos electrónicos abstractos creados mediante manipulación de circuitos fabricados ad-hoc. Tan extraña y sorprendente era, que el sindicato americano de músicos obligó a los productores a quitar la palabra "music" de los títulos de créditos y cambiarla por "electronic tonalities". Por eso tampoco pudo optar al Oscar a la mejor banda sonora de ese año.
Les adjunto un tema de la banda sonora de Forbidden Planet para que lo disfruten; y además, un montaje con escenas de la película que prueba la teoría que mantengo desde hace tiempo de que, convenientemente camuflados entre imágenes, los sonidos más extraños son digeribles por todo el mundo.
boomp3.com
miércoles, 18 de junio de 2008
La censura como arte
Los vídeos de Norman Cook siempre se han caracterizado por su originalidad y buena factura. Sólo hay que recordar el de Weapon of choice con un impagable Christopher Walken. En este último vídeo el juego es con las barras negras que se utilizan tapar las zonas pudendas en las imágenes televisivas. Y aunque en El Conciso siempre estaremos en contra de cualquier tipo de censura, hay que reconocer que el resultado es mucho más divertido que si se tratara tan sólo de un grupo de friquis bailando en cueros.
Aunque si no están de acuerdo y prefieren ver auténticos friquis en cueros haciendo el ganso por la foresta y bañándose en un lago helado, no tienen más que descargarse el último vídeo de los islandeses Sigur Rós, Gobbledigook. Igualmente recomendable.
viernes, 13 de junio de 2008
Eppur si muove (post homenaje)
La iglesia (y la sociedad en general) necesitaba a los astrónomos y a los matemáticos para medir el tiempo y fijar los calendarios, pero los cálculos con el sistema ptolemáico se estaban haciendo ya absolutamente intratables, por razones de ajuste de la teoría de Ptolomeo que sería tedioso explicar aquí, y que si es de su interés tratamos en los comentarios. Nicolás Schoenberg, cardenal de Capua, anima a Copérnico a publicar sus estudios.
Copérnico era creyente, y, sabedor de la revolución que se avecinaba (revolución que esta vez no afectaba a sus cuerpos celestes, o sí pero de otra manera) retrasó la publicación de su obra hasta poco antes de su muerte.
Cuando por fin se publica, De revolutionibus es prologada por Andreas Osiander, hoy día está aceptado que sin el consentimiento ni el conocimiento de Copérnico. En dicho prólogo, redactado de manera que pudiera pensarse que lo escribe el mismo Copérnico, Osiander advierte que el contenido de la obra es hipotético y su finalidad simplemente la de facilitar los cálculos, sin corresponderse necesariamente con la realidad.
Más claramente: aceptamos tu obra porque nos facilita los cálculos, pero eso de que el sol está quiero y la tierra gira es una hipótesis de cálculo, no la realidad. Y todo, o casi todo, porque las escrituras (la minúscula es intencionada) decían "Tú has fijado la tierra firme e inmóvil", y que no sé quién paró el sol en medio del cielo… (y este argumento lo esgrimió Lutero, no crean que sólo de los católicos vino la paranoia).
Pero claro, el pensamiento y la ciencia son aún más difíciles de parar, por fortuna, y mientras que avanza el tiempo, la teoría se perfecciona, hasta que llega Galileo, construye sus telescopios y le da por mirar al cielo, y descubre que Júpiter tiene lunas, que Venus tiene fases, y que la Luna tiene mares, cráteres y montañas, y el Sol manchas. Nada parece ser como nos contaron.
Galileo sienta las bases del método científico, y, entre otras muchas hazañas, publica Diálogo sobre los dos grandes sistemas del mundo, que se convierte en una de las obras de divulgación científica más influyentes y famosas de la historia, y es comentada en los círculos sociales de la época.
Y se sigue pensando. Y al pobre Giordano Bruno, que Newton lo tenga en su gloria, se le ocurre pensar que a lo mejor, un poner, hay muchos soles, y cada uno con muchos planetas, y…y… y lo queman. Roberto Belarmino ordenó la ejecución en 1600, tras siete años de prisión y olvido, o de martirio, no se sabe.
En 1611, el Colegio Romano, compuesto de jesuitas, confirma al cardenal Roberto Belarmino que las observaciones de Galileo eran exactas.
En 1616, el libro de Copérnico es incluido en el Indice de libros prohibidos, y Galileo obligado a retractarse, como ustedes saben. Se había llegado demasiado lejos. Tanto que, por suerte, ya no había marcha atrás.
lunes, 9 de junio de 2008
Torito guapo
Durante una época incluso me aficioné y acompañaba a mi padre a los toros. Pero cuando él dejó de ir consideré que el espectáculo de un ganado inválido rodando por el albero mientras los valientes diestros se afanaban en sacarle pases no valía lo que se pagaba por la entrada y también me retiré. Desde entonces habré vuelto a la plaza en contadas ocasiones, siempre invitado o para acompañar a un visitante interesado en la fiesta. Tampoco recuerdo haber visto una corrida entera por televisión. En cualquier caso, si alguno de ustedes desea regalarme una entrada de tendido no se lo voy tomar a mal.
Nos guste o no, nuestra especie es carnívora. Algunos individuos renuncian por razones éticas a alimentarse de animales y ese es un gesto que seguramente les honra. Pero mi dieta y la de la mayoría de mis prójimos sigue incluyendo cadáveres. Y hablo de cadáveres porque, salvo en el caso de las ostras, normalmente preferimos que los animales estén muertos antes de proceder a devorarlos. Lo cual plantea el desagradable asunto del sacrificio.
En la cultura urbana occidental en la que vivimos el problema se evita ocultándolo. Hay todo un mundo subterráneo encargado del procesamiento de la carne para que los consumidores no tengan que presenciar el espectáculo de un corderito arrancado de la teta de su madre y degollado para extraerle chuletas y menudillos. En otras culturas, y en la nuestra en otros momentos y ámbitos, el espectáculo de la muerte animal y humana es cotidiano, contemplado por mayores y niños sin reparos. El mensaje en ambos casos es que la naturaleza no es justa y que algunos tienen que morir para que otros sobrevivan. Es imprescindible, por tanto, que si uno se come a un animal sea consciente de que era un ser vivo, y que ha sido matado para que nos alimentemos. Ocultar los hechos no hace que desaparezcan. Por convicción estoy en contra de la pena de muerte, pero si algún gobierno iluminado la reinstaurara yo exigiría que las ejecuciones fueran públicas.
Y volvemos a los toros. Son animales hermosos, criados al aire libre en espacios privilegiados. Lamentablemente su pertenencia a la familia de los bovinos lo incluye entre las especies cárnicas. Pero el toro además tiene (o tenía) fiereza, y a lo largo de los siglos el hombre aprendió a dominarla o controlarla antes de proceder a sacrificarlo. Algunos lo llaman arte, es cuestión de gustos (a mí no me gusta el fútbol aunque sí el boxeo, vaya usted a saber por qué). Lo cierto es que no es una muerte más innoble o cruel que la que pueda sufrir un ternero retinto o un pollo de granja. Desde un punto de vista humano consideraríamos preferible afrontar una muerte segura luchando, pero me da a mí que a los otros animales eso les importa poco y no invocaré tal argumento.
Conocemos la vida de un toro de lidia, desde que su madre es fecundada hasta que muere públicamente. De qué otro animal comestible podemos decir lo mismo? No sé ustedes pero yo lo prefiero así.
Y por último, no puedo estar más en desacuerdo con la negativa apreciación de nuestro Robespierre sobre el pasodoble español. Maestro, que suene Nerva!
viernes, 6 de junio de 2008
Torero torero
Eso me lleva a reflexionar sobre el extraño embrujo que ejerce esta charlotada llamada tauromaquia sobre espíritus ilustrados. El crítico taurino del diario El Mundo, ejerce a la vez de reseñista teatral y es poeta, además de adlater testamentario del difunto Paco Umbral. Hoy publica cosas como “después del natural arrastrado y puro, llegó el orfeón de todas las sensibilidades que es capaz de conjurar con la batuta de su muleta". Que me expliquen como se puede compaginar la admiración por la prosa de Mortal y rosa, pongo por caso (aquí el compañero Academia puede entrar al trapo, perdón por el chiste obvio) con los pases toreros. No es el único caso, ahí están Valle-Inclán jaleando a Belmonte para que muriera en la plaza en célebre anécdota. O Lorca escribiendo sentidas elegías a los muertos a las cinco de la tarde.
Igual todo es la atracción que los intelectuales siempre han tenido por el lado oscuro de la vida, como los que se hacían fotos con Capone. Pero este morboso gusto por esta fiesta de la muerte, que siempre se ve desde la seguridad de la barrera (“qué toreen otros”, podría haber dicho Unamuno) puede escaparse de las manos. Se hace fiesta nacional de un espectáculo sangriento perfectamente regulado en la aniquilación del pobre bicho y se acaba fusilando a mansalva en las mismas plazas que los acogen. Por mi jacobina parte, lo tengo claro. Enhorabuena José Tomás, pero conmigo no cuentes.