miércoles, 16 de septiembre de 2009

Salt & Pepper Moth

Como apuntó hace pocos días el Ilustrador Popular en este mismo blog, el biólogo Francisco J. Ayala visitó la Diputación gaditana para hablar -a estas tenebrosas alturas- de evolucionismo.
De entre todo su discurso, a este duende le llamó la atención, muy especialmente, la historia de la Polilla de la Sal y la Pimienta (Utetheisa pulchelloide) -un animalillo que, con semajante nombre, pudiera muy bien haber protagonizado una de las piezas de El Cascanueces-. Como tantos insectos, esta polilla desarrolla en sus alas un diseño que le permite pasar desapercibida sobre los líquines que crecen en los troncos de los árboles. Los miembros de esta familia que, por alteración genética, presentaban alas oscuras en vez de moteadas, destacaban intensamente sobre las cortezas y no tardaban en ser eliminados por los pájaros insectívoros.
Obviamente, un ejemplar negro de Utetheisa pulchelloide constituía una presencia extrañísima dentro de las colecciones de entomología. En 1860, apareció el primero, en la colección de un aficionado británico -por supuesto-. A partir de esa fecha, la presencia de Polillas S&P en las colecciones -y en la naturaleza- comenzó a crecer, en detrimento de sus hermanas ortodoxas. ¿La explicación? El aumento de las partículas de carbón en el aire había ido elimando los líquenes de los bosques, provocando que las mariposas que entonces podían distinguirse con claridad fueran las moteadas.
La situación volvió a cambiar a partir de 1960, cuando el Gobierno inglés emitió una ley que prohibía las emisiones industriales de carbón a la atmósfera.

lunes, 14 de septiembre de 2009

Pandemia y otras plagas

Pues como la plantilla de El Conciso no está por la labor de actualizar el blog, unos porque se van de vacaciones y otros porque les atenazan compromisos de mayor entidad, me veo en la obligación de mantener activas las calderas para evitar que se nos pare la linotipia. Y dado lo difícil que resulta estar brillante e inspirado todos los días, recurriremos al viejo truco de citar fuentes ajenas que ya se está volviendo una fea costumbre en este blog. En este caso se trata de un valiente artículo publicado el pasado domingo en El País por el filósofo Emilio Lledó en el que describe los que a su juicio son los principales males de la sociedad española.

Aunque por su tono pueda parecer el habitual "España se hunde" al que nos tiene acostumbrados la prensa derechista, si se lee con detenimiento se comprobará que es una lúcida reflexión sobre todos aquellos malos hábitos, sobre todo políticos, que nos siguen separando de las sociedades occidentales más avanzadas. Y así, con la excusa de la campaña sensacionalista montada alrededor de la gripe A, el profesor Lledó aprovecha para señalar otras plagas más reales que afligen al país: la corrupción en todos sus aspectos, la mendacidad de los políticos, la rapacidad y la ignorancia del empresariado, la privatización de la sanidad pública y, sobre todos los males, el abandono en que se encuentra el sistema educativo, único motor capaz de sacar a la nación de la crisis ética y económica en la que estamos inmersos. Y les copio un párrafo al respecto:

Precisamente el poderío industrial y científico de algunos de los grandes países europeos se debe al cuidado que han tenido en desarrollar una extraordinaria enseñanza pública que daba las mismas oportunidades a todos los ciudadanos -¿no es esa igualdad uno de los ideales de la democracia?- y contra la que, en esos países, no han podido competir las instituciones privadas, animadas, muchas veces, por sectas e ideologías, que se alimentan con las peores formas de irracionalidad, de discriminación, señoritismo y fanatismo. Los que han tenido la suerte de vivir en alguno de estos países descubrieron la libertad, la pasión por el conocimiento, la creatividad, que se ha estimulado en estos centros públicos de enseñanza que, a pesar de tantos cambios, siguen creyendo en la educación como el capital más productivo del progreso social. Progreso que no puede quedar en manos de quienes sacan provecho económico o ideológico de sus "privatizaciones".

Lean el resto del artículo que es igualmente enjundioso.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Evolucionismo en Cádiz

En el Diario de Cádiz de hoy aparece una reseña concisa (por la autora, que no por lo detallada) de la conferencia que impartió en la Diputación el eminente biólogo Francisco J. Ayala sobre el tema de la evolución de las especies.

Nada menos que 150 años después de que Darwin publicara su libro, en el que desarrollaba lo que entonces sólo era una teoría basada en observaciones, todavía existen amplios sectores de la población, líderes de opinión, e incluso instituciones que se atribuyen el calificativo de científicas, que rechazan un conocimiento que debería formar parte de la cultura científica básica del hombre moderno, y se aferran al creacionismo o a alguna de sus variantes (como el llamado "diseño inteligente") para seguir manteniendo sus infantiles fantasías antropocentristas. Algo tan retrógrado, a estas alturas, como defender que el Sol gira alrededor de la Tierra o que las estrellas están fijas en el espacio. Y todo ello basándose en unos argumentos que en sí mismos llevan su propia contradicción. Ya lo dice Ayala: "El ojo del calamar, por ejemplo, es ligeramente mejor que el del ser humano. Sería terrible pensar que hay un ser superior que se preocupa más por el interés de los pulpos."

martes, 8 de septiembre de 2009

Arquitectos y arquitecturas

Tres en uno:

1. En El Cultural de El Mundo, un arquitecto español le hace una rendida entrevista a Norman Foster donde, entre otras lindezas, el arquitecto inglés se muestra muy ufano del aeropuerto de Stansted, cuya principal innovación, según parece, es haber liberado de instalaciones la cubierta. Lo que no añade es que el desarrollo en una sola planta le supone al pobre pasajero tener que recorrer inmensas distancias, a pie y cargado de equipaje, hasta alcanzar su terminal de destino. Por no hablar de la clamorosa falta de asientos y zonas de espera. Porque en las compañías de bajo coste no sólo vuelan jóvenes mochileros; también ancianos, familias con niños y minusválidos. Obviamente Sir Norman vuela en primera clase y nunca en compañías de bajo coste.

2. En El País del pasado domingo cuentan el último desaguisado de Santiago Calatrava. Por lo visto, la futurista pasarela que ha construido sobre el Gran Canal veneciano despierta bastantes dudas sobre su seguridad, además de no cumplir la legislación italiana por no facilitar el paso de minusválidos (otra vez esos impertinentes con sus cojeras fingidas). Todo eso sin entrar en sus discutibles valores estéticos, sobre todo en tan histórico entorno. Inevitablemente viene a la memoria su famoso puente de Bilbao en el que la gente resbalaba cuando llovía.

3. Leo con tristeza el artículo de Antonio Muñoz Molina en Babelia ("Desolación de volver") sobre el irreparable destrozo que una política municipal ignorante y codiciosa ha hecho en el centro histórico de Úbeda. Pero no me sorprende en absoluto, ya que es la misma que se ha ejercido sobre el de Sevilla; la misma de la que ya empiezan a manifestarse preocupantes signos en el casco antiguo de Cádiz.

La culpa no es de la Arquitectura, una de las artes más bellas y completas que existen. Ni siquiera de los arquitectos, aunque sean en su mayoría unos pijos prepotentes; también hay entre ellos grandes profesionales. La culpa es de quienes juegan a ser mecenas del Renacimiento con el dinero del contribuyente sin saber de Teología ni de Geometría, sin tener decencia ni buen gusto.

Y por eso El Conciso está aquí, para denunciar todas esas fechorías. Empezamos nuevo curso con la esperanza de que este año nuestros redactores pueden vencer su clásica molicie y estar a la altura de lo que los lectores esperan de este blog. Vamos allá.

miércoles, 5 de agosto de 2009

Homérico

(Nota curiosa publicada por el correponsal en Londres de La Vanguardia durante los años cuarenta. Se titulaba 'Cosas de Bernard Shaw'. De aplauso)

"Desde hace varios años, vengo pagando impuestos a razón de 19 chelines y medio por cada veinte que gano, y ahora usted me salta pidièndome un donativo. Permítame que con un gesto sarcástico le dirija hacia aquéllos que tienen la suerte de ser lo suficientemente pobres para que no le valga la pena a la Tesorería el tomarse el trabajo de arruinarles". Estas son las palabras con las que Bernard Shaw ha contestado una carta de Mr. Owens Rattenbury pidiéndole que contribuyera a la formación de un fondo para ayudar al a redención de delincuentes precoces del East-End de Londres. "Además -agrega- yo nunca he creído en la redención de los delincuentes; al contrario, yo he tenido siempre el valor de enfrentarme con el hecho escamoteado por todos los humanistas de que la Naturaleza, lo mismo que da un porcentaje de sabios, santos y héroes, da un porcentaje de villanos, para los que no hay salvación".
"¿Me autoriza usted para que venda su carta y dedique el producto a engrosar el fondo?!, volvió a escribirle Mr. Rattenbury. Al día siguiente, en tinta roja de la propia carta de Mr. Rattenbury, llegó la respuesta: "Déjeme usted en paz y haga usted lo que quiera: si hay alguien tan estúpido que pueda dar dinero por una cosa así, véndalo usted con mil demonios", escribía el inefable comediante, quien, al friso de los noventa años, conserva toda su agresiva gallardía espiritual.
Ahora las dos cartas están en venta.

miércoles, 3 de junio de 2009

La película peruana de Kiko Ledgard

Si hay una casa discográfica que en los últimos años se ha dedicado a la benemérita labor de sacar a la luz clásicos inencontrables de las décadas de los sesenta y setenta, reeditándolos con primor y a unos precios tan razonables que hacen desistir de su descarga ilegal, esa es Vampisoul. La variedad de estilos que abarca su catálogo es enorme e incluye jazz, funk, soul y todo el interminable abanico de los ritmos latinos que, fusión mediante, surgieron en los Estados Unidos en aquellos años. Y también de vez en cuando editan alguna banda sonora desconocida. Como ésta que nos ocupa.


El Embajador y Yo es una película peruana de 1966 dirigida por Oscar Kantor. El productor y protagonista era Kiko Ledgard, por aquel entonces ya un conocido presentador de televisión en su país, y que en esta película interpretaba a un apocado extra cinematográfico cuyo parecido con el embajador del título le ocasionará más de un problema. Lamento no haber encontrado la película porque el argumento y las imágenes prometen (algo a medio camino entre James Bond y el Superagente 86), pero como consuelo les traigo unos temas de su excepcional banda sonora.

Jaime Delgado Aparicio (Lima 1943-1983) es sin duda uno de los principales músicos peruanos de todos los tiempos. De formación clásica, muy pronto se marchó a los Estados Unidos a estudiar composición y allí comenzó una provechosa carrera como pianista de jazz. Lamentablemente no se prodigó en grabaciones, por lo que esta banda sonora que él mismo compuso e interpretó y que ahora reedita Vampisoul es una joya en todos los sentidos. Jazz latino, muy cinematográfico, con unos impresionantes arreglos orquestales. Escuchen estos temas y disfruten.

viernes, 22 de mayo de 2009

¿Ya se lo ha gastado todo?

miércoles, 13 de mayo de 2009

Humano, demasiado humano

Le afea el presidente del gobierno al líder de la oposición que se alegre de los malos datos económicos y se monta la de dios es cristo. Ofendidos e indignados los miembros de la oposición le exigen que rectifique.

No está bien que en sede parlamentaria un presidente de gobierno diga tales cosas, sobre todo porque él no es nadie para descalificar los sentimientos de los diputados. Pero que los de la oposición están encantados con el mal camino que lleva la economía española, y que con cada dato negativo se les alegran aún más las pajarillas, es algo de lo que ninguna persona en su sano juicio puede dudar. Porque es lo humano. Si la posibilidad de que ganen las próximas elecciones es proporcional a la incapacidad del partido gobernante de darle solución a la crisis económica, es normal que deseen que el gobierno se pegue el batacazo. Sobre todo cuando se saben a salvo, ellos y los suyos, de las consecuencias que traería un empeoramiento de la crisis. Pero no penséis que es así porque son del PP y la maldad la llevan de fábrica. Cualquiera de nosotros experimentaríamos idénticos sentimientos enfrentados a situaciones similares.

La persona despedida de una empresa se alegrará del cierre de la misma, aunque suponga el paro para su antiguos compañeros. Un entrenador de fútbol cesado, por mucho que afirme el amor a sus colores del alma, deseará que el equipo baje de categoría al final de la temporada; así se demostraría que la responsabilidad de los malos resultados no era achacable sólo a él. Si la pareja de la persona de la que estamos secretamente enamorados sufriera un accidente mortal notaríamos una agradable sensación a la que se suele llamar esperanza. Todo muy humano. Tan humano como la empatía y la compasión que obligan a aparcar esos sentimientos primarios y manifestar nuestra solidaridad con los dolientes.

Y, cosa curiosa, en la mayoría de los casos tales expresiones altruistas suelen ser sinceras. Lo cual no implica que en el que originaba este comentario lo sea. Al menos yo no lo creo.

miércoles, 6 de mayo de 2009

Adriá

La televisión pública española dedica toda esta semana a emitir programas sobre Ferrán Adriá, considerado por quienes se dedican a estas consideraciones como el "mejor cocinero del mundo". Al menos así justifica la web de RTVE este inusual despliegue de documentales hagiográficos y debates redundantes sobre el dueño del restaurante El Bulli.

Normalmente empezaría este comentario dejando claro que no es mi intención discutir los méritos del cocinero Adriá, que seguramente los tendrá. Lo que ocurre en este caso es que, aunque quisiera, no podría discutirlos, ya que jamás he ido a su restaurante ni probado ninguna de sus creaciones. He leido, como todo el mundo, descripciones de sus imaginativas recetas y también he visto fotografías de sus platos. Que me han dejado la curiosidad de probarlos y la impresión de que el apetito de una persona de buen comer como yo costaría saciarlo a base de esas tapas de fantasía. Pero bueno, son cosas mías. Lo que me preocupa es: cuántos españoles han tenido o tendrán la oportunidad de comer alguna vez en el Bulli? Unos pocos de miles tirando por lo alto.

Si hablamos de arte, la mayoría podemos acceder a un precio razonable a la obra de cineastas, músicos, escritores, coreógrafos, pintores, etc. Y podemos dar nuestra opinión sobre ellas. Incluso si la obra original es inaccesible, siempre encontraremos buenas imágenes que nos pueden dar una idea aproximada de lo que hablamos. Personalmente no pienso que la cocina se encuentre entre las bellas artes, pero puedo aceptar que haya quien así lo crea. Por ejemplo, los programadores de TVE. En cuyo caso deben explicar cómo van a cumplir el deber de los medios públicos de acercar el arte a la ciudadanía. O es que nos van a dar a probar a cada uno una tapa de Adriá?

Cuál es el sentido entonces de este bombardeo mediático sobre Adriá y El Bulli? Quieren educar a los televidentes para que preparen en sus casas una remolacha en texturas para el almuerzo en lugar del consabido potaje? O es tan sólo una costosísima campaña publicitaria a un negocio particular financiada con dinero público? Porque si es para levantar la moral del contribuyente en estos tiempos de crisis mostrándole cómo comen sus señores en el sancta sanctorum de la gastronomía internacional mientras ellos hacen la compra en el Covirán me callo la boca.

jueves, 16 de abril de 2009

Himnos

Se nos fue Chaves a Madrid a resolver la cuestión de los minolles autonómicos, y con él se llevó a su fiel escudero Zarrías. No voy a hablar de las consecuencias políticas que tal movimiento de poltronas va a traer, sino de las estéticas. Y es que, gracias sean dadas, la decisión de Zapatero nos va a evitar al menos asistir en lo sucesivo al penoso espectáculo de ambos líderes entonando el himno de Andalucía en las ocasiones patrióticas que marca el calendario.

Creo que con ocasión de cierta bochornosa iniciativa del Comité Olímpico Español ya manifesté mi oposición a los himnos con letra. Con alguna excepción, obviamente. Hay himnos guerreros como la Marsellesa, la Internacional o el antiguo himno soviético (ahora de la Federación Rusa aunque con unos oportunos cambios en la letra para evitar molestas referencias al pasado comunista) que merecen ser cantados a coro y voz en grito, ya que su tono épico se presta a ello. Pero la mayoría de los himnos tienen líneas melódicas difíciles de seguir a voces no educadas, que son la mayoría. Por eso los norteamericanos, pueblo inteligente, delegan en todos los actos, sean patrióticos o deportivos, la interpretación del himno en alguna cantante de góspel o similar mientras el público asistente atiende emocionado y en silencio. Como debe ser.

El himno de Andalucía entra dentro de esa categoría de copla difícil de cantar. Y además es feo con rabia. No entro en la letra porque las de otros muchos cantos patrióticos también incurren en incitaciones a la revuelta y el derramamiento de sangre y casi nunca nadie ha llegado a tomarlas en serio. Estoy hablando de la música. Esa antigua canción de segadores, basada a su vez en una melopea religiosa, es, con su ritmo cansino, una de las piezas musicales menos excitantes que jamás se haya convertido en himno de algo. Por eso, desde El Conciso, proponemos que se reforme otra vez el Estatuto de Autonomía para cambiar el viejo himno de Blas Infante por otro sin letra y musicalmente más brillante. Y proponemos además que sea "Andalucía" del compositor cubano Ernesto Lecuona.

Creo que no hay una composición más hermosa y más digna de representar a Andalucía en los actos oficiales. Ahí les ofrecemos dos versiones magistrales. La primera, la del propio autor al piano:



Y la segunda orquestal a cargo de Xavier Cugat:



Y no me digan, después de oirlas, que aún siguen prefiriendo el "Andaluces, levantaos..."