lunes, 14 de septiembre de 2009

Pandemia y otras plagas

Pues como la plantilla de El Conciso no está por la labor de actualizar el blog, unos porque se van de vacaciones y otros porque les atenazan compromisos de mayor entidad, me veo en la obligación de mantener activas las calderas para evitar que se nos pare la linotipia. Y dado lo difícil que resulta estar brillante e inspirado todos los días, recurriremos al viejo truco de citar fuentes ajenas que ya se está volviendo una fea costumbre en este blog. En este caso se trata de un valiente artículo publicado el pasado domingo en El País por el filósofo Emilio Lledó en el que describe los que a su juicio son los principales males de la sociedad española.

Aunque por su tono pueda parecer el habitual "España se hunde" al que nos tiene acostumbrados la prensa derechista, si se lee con detenimiento se comprobará que es una lúcida reflexión sobre todos aquellos malos hábitos, sobre todo políticos, que nos siguen separando de las sociedades occidentales más avanzadas. Y así, con la excusa de la campaña sensacionalista montada alrededor de la gripe A, el profesor Lledó aprovecha para señalar otras plagas más reales que afligen al país: la corrupción en todos sus aspectos, la mendacidad de los políticos, la rapacidad y la ignorancia del empresariado, la privatización de la sanidad pública y, sobre todos los males, el abandono en que se encuentra el sistema educativo, único motor capaz de sacar a la nación de la crisis ética y económica en la que estamos inmersos. Y les copio un párrafo al respecto:

Precisamente el poderío industrial y científico de algunos de los grandes países europeos se debe al cuidado que han tenido en desarrollar una extraordinaria enseñanza pública que daba las mismas oportunidades a todos los ciudadanos -¿no es esa igualdad uno de los ideales de la democracia?- y contra la que, en esos países, no han podido competir las instituciones privadas, animadas, muchas veces, por sectas e ideologías, que se alimentan con las peores formas de irracionalidad, de discriminación, señoritismo y fanatismo. Los que han tenido la suerte de vivir en alguno de estos países descubrieron la libertad, la pasión por el conocimiento, la creatividad, que se ha estimulado en estos centros públicos de enseñanza que, a pesar de tantos cambios, siguen creyendo en la educación como el capital más productivo del progreso social. Progreso que no puede quedar en manos de quienes sacan provecho económico o ideológico de sus "privatizaciones".

Lean el resto del artículo que es igualmente enjundioso.

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