Como apuntó hace pocos días el Ilustrador Popular en este mismo blog, el biólogo Francisco J. Ayala visitó la Diputación gaditana para hablar -a estas tenebrosas alturas- de evolucionismo.
De entre todo su discurso, a este duende le llamó la atención, muy especialmente, la historia de la Polilla de la Sal y la Pimienta (Utetheisa pulchelloide) -un animalillo que, con semajante nombre, pudiera muy bien haber protagonizado una de las piezas de El Cascanueces-. Como tantos insectos, esta polilla desarrolla en sus alas un diseño que le permite pasar desapercibida sobre los líquines que crecen en los troncos de los árboles. Los miembros de esta familia que, por alteración genética, presentaban alas oscuras en vez de moteadas, destacaban intensamente sobre las cortezas y no tardaban en ser eliminados por los pájaros insectívoros.
Obviamente, un ejemplar negro de Utetheisa pulchelloide constituía una presencia extrañísima dentro de las colecciones de entomología. En 1860, apareció el primero, en la colección de un aficionado británico -por supuesto-. A partir de esa fecha, la presencia de Polillas S&P en las colecciones -y en la naturaleza- comenzó a crecer, en detrimento de sus hermanas ortodoxas. ¿La explicación? El aumento de las partículas de carbón en el aire había ido elimando los líquenes de los bosques, provocando que las mariposas que entonces podían distinguirse con claridad fueran las moteadas.
La situación volvió a cambiar a partir de 1960, cuando el Gobierno inglés emitió una ley que prohibía las emisiones industriales de carbón a la atmósfera.
miércoles, 16 de septiembre de 2009
lunes, 14 de septiembre de 2009
Pandemia y otras plagas
Pues como la plantilla de El Conciso no está por la labor de actualizar el blog, unos porque se van de vacaciones y otros porque les atenazan compromisos de mayor entidad, me veo en la obligación de mantener activas las calderas para evitar que se nos pare la linotipia. Y dado lo difícil que resulta estar brillante e inspirado todos los días, recurriremos al viejo truco de citar fuentes ajenas que ya se está volviendo una fea costumbre en este blog. En este caso se trata de un valiente artículo publicado el pasado domingo en El País por el filósofo Emilio Lledó en el que describe los que a su juicio son los principales males de la sociedad española.
Aunque por su tono pueda parecer el habitual "España se hunde" al que nos tiene acostumbrados la prensa derechista, si se lee con detenimiento se comprobará que es una lúcida reflexión sobre todos aquellos malos hábitos, sobre todo políticos, que nos siguen separando de las sociedades occidentales más avanzadas. Y así, con la excusa de la campaña sensacionalista montada alrededor de la gripe A, el profesor Lledó aprovecha para señalar otras plagas más reales que afligen al país: la corrupción en todos sus aspectos, la mendacidad de los políticos, la rapacidad y la ignorancia del empresariado, la privatización de la sanidad pública y, sobre todos los males, el abandono en que se encuentra el sistema educativo, único motor capaz de sacar a la nación de la crisis ética y económica en la que estamos inmersos. Y les copio un párrafo al respecto:
Precisamente el poderío industrial y científico de algunos de los grandes países europeos se debe al cuidado que han tenido en desarrollar una extraordinaria enseñanza pública que daba las mismas oportunidades a todos los ciudadanos -¿no es esa igualdad uno de los ideales de la democracia?- y contra la que, en esos países, no han podido competir las instituciones privadas, animadas, muchas veces, por sectas e ideologías, que se alimentan con las peores formas de irracionalidad, de discriminación, señoritismo y fanatismo. Los que han tenido la suerte de vivir en alguno de estos países descubrieron la libertad, la pasión por el conocimiento, la creatividad, que se ha estimulado en estos centros públicos de enseñanza que, a pesar de tantos cambios, siguen creyendo en la educación como el capital más productivo del progreso social. Progreso que no puede quedar en manos de quienes sacan provecho económico o ideológico de sus "privatizaciones".
Lean el resto del artículo que es igualmente enjundioso.
Aunque por su tono pueda parecer el habitual "España se hunde" al que nos tiene acostumbrados la prensa derechista, si se lee con detenimiento se comprobará que es una lúcida reflexión sobre todos aquellos malos hábitos, sobre todo políticos, que nos siguen separando de las sociedades occidentales más avanzadas. Y así, con la excusa de la campaña sensacionalista montada alrededor de la gripe A, el profesor Lledó aprovecha para señalar otras plagas más reales que afligen al país: la corrupción en todos sus aspectos, la mendacidad de los políticos, la rapacidad y la ignorancia del empresariado, la privatización de la sanidad pública y, sobre todos los males, el abandono en que se encuentra el sistema educativo, único motor capaz de sacar a la nación de la crisis ética y económica en la que estamos inmersos. Y les copio un párrafo al respecto:
Precisamente el poderío industrial y científico de algunos de los grandes países europeos se debe al cuidado que han tenido en desarrollar una extraordinaria enseñanza pública que daba las mismas oportunidades a todos los ciudadanos -¿no es esa igualdad uno de los ideales de la democracia?- y contra la que, en esos países, no han podido competir las instituciones privadas, animadas, muchas veces, por sectas e ideologías, que se alimentan con las peores formas de irracionalidad, de discriminación, señoritismo y fanatismo. Los que han tenido la suerte de vivir en alguno de estos países descubrieron la libertad, la pasión por el conocimiento, la creatividad, que se ha estimulado en estos centros públicos de enseñanza que, a pesar de tantos cambios, siguen creyendo en la educación como el capital más productivo del progreso social. Progreso que no puede quedar en manos de quienes sacan provecho económico o ideológico de sus "privatizaciones".
Lean el resto del artículo que es igualmente enjundioso.
miércoles, 9 de septiembre de 2009
Evolucionismo en Cádiz
En el Diario de Cádiz de hoy aparece una reseña concisa (por la autora, que no por lo detallada) de la conferencia que impartió en la Diputación el eminente biólogo Francisco J. Ayala sobre el tema de la evolución de las especies.
Nada menos que 150 años después de que Darwin publicara su libro, en el que desarrollaba lo que entonces sólo era una teoría basada en observaciones, todavía existen amplios sectores de la población, líderes de opinión, e incluso instituciones que se atribuyen el calificativo de científicas, que rechazan un conocimiento que debería formar parte de la cultura científica básica del hombre moderno, y se aferran al creacionismo o a alguna de sus variantes (como el llamado "diseño inteligente") para seguir manteniendo sus infantiles fantasías antropocentristas. Algo tan retrógrado, a estas alturas, como defender que el Sol gira alrededor de la Tierra o que las estrellas están fijas en el espacio. Y todo ello basándose en unos argumentos que en sí mismos llevan su propia contradicción. Ya lo dice Ayala: "El ojo del calamar, por ejemplo, es ligeramente mejor que el del ser humano. Sería terrible pensar que hay un ser superior que se preocupa más por el interés de los pulpos."
Nada menos que 150 años después de que Darwin publicara su libro, en el que desarrollaba lo que entonces sólo era una teoría basada en observaciones, todavía existen amplios sectores de la población, líderes de opinión, e incluso instituciones que se atribuyen el calificativo de científicas, que rechazan un conocimiento que debería formar parte de la cultura científica básica del hombre moderno, y se aferran al creacionismo o a alguna de sus variantes (como el llamado "diseño inteligente") para seguir manteniendo sus infantiles fantasías antropocentristas. Algo tan retrógrado, a estas alturas, como defender que el Sol gira alrededor de la Tierra o que las estrellas están fijas en el espacio. Y todo ello basándose en unos argumentos que en sí mismos llevan su propia contradicción. Ya lo dice Ayala: "El ojo del calamar, por ejemplo, es ligeramente mejor que el del ser humano. Sería terrible pensar que hay un ser superior que se preocupa más por el interés de los pulpos."
martes, 8 de septiembre de 2009
Arquitectos y arquitecturas
Tres en uno:
1. En El Cultural de El Mundo, un arquitecto español le hace una rendida entrevista a Norman Foster donde, entre otras lindezas, el arquitecto inglés se muestra muy ufano del aeropuerto de Stansted, cuya principal innovación, según parece, es haber liberado de instalaciones la cubierta. Lo que no añade es que el desarrollo en una sola planta le supone al pobre pasajero tener que recorrer inmensas distancias, a pie y cargado de equipaje, hasta alcanzar su terminal de destino. Por no hablar de la clamorosa falta de asientos y zonas de espera. Porque en las compañías de bajo coste no sólo vuelan jóvenes mochileros; también ancianos, familias con niños y minusválidos. Obviamente Sir Norman vuela en primera clase y nunca en compañías de bajo coste.
2. En El País del pasado domingo cuentan el último desaguisado de Santiago Calatrava. Por lo visto, la futurista pasarela que ha construido sobre el Gran Canal veneciano despierta bastantes dudas sobre su seguridad, además de no cumplir la legislación italiana por no facilitar el paso de minusválidos (otra vez esos impertinentes con sus cojeras fingidas). Todo eso sin entrar en sus discutibles valores estéticos, sobre todo en tan histórico entorno. Inevitablemente viene a la memoria su famoso puente de Bilbao en el que la gente resbalaba cuando llovía.
3. Leo con tristeza el artículo de Antonio Muñoz Molina en Babelia ("Desolación de volver") sobre el irreparable destrozo que una política municipal ignorante y codiciosa ha hecho en el centro histórico de Úbeda. Pero no me sorprende en absoluto, ya que es la misma que se ha ejercido sobre el de Sevilla; la misma de la que ya empiezan a manifestarse preocupantes signos en el casco antiguo de Cádiz.
La culpa no es de la Arquitectura, una de las artes más bellas y completas que existen. Ni siquiera de los arquitectos, aunque sean en su mayoría unos pijos prepotentes; también hay entre ellos grandes profesionales. La culpa es de quienes juegan a ser mecenas del Renacimiento con el dinero del contribuyente sin saber de Teología ni de Geometría, sin tener decencia ni buen gusto.
Y por eso El Conciso está aquí, para denunciar todas esas fechorías. Empezamos nuevo curso con la esperanza de que este año nuestros redactores pueden vencer su clásica molicie y estar a la altura de lo que los lectores esperan de este blog. Vamos allá.
1. En El Cultural de El Mundo, un arquitecto español le hace una rendida entrevista a Norman Foster donde, entre otras lindezas, el arquitecto inglés se muestra muy ufano del aeropuerto de Stansted, cuya principal innovación, según parece, es haber liberado de instalaciones la cubierta. Lo que no añade es que el desarrollo en una sola planta le supone al pobre pasajero tener que recorrer inmensas distancias, a pie y cargado de equipaje, hasta alcanzar su terminal de destino. Por no hablar de la clamorosa falta de asientos y zonas de espera. Porque en las compañías de bajo coste no sólo vuelan jóvenes mochileros; también ancianos, familias con niños y minusválidos. Obviamente Sir Norman vuela en primera clase y nunca en compañías de bajo coste.
2. En El País del pasado domingo cuentan el último desaguisado de Santiago Calatrava. Por lo visto, la futurista pasarela que ha construido sobre el Gran Canal veneciano despierta bastantes dudas sobre su seguridad, además de no cumplir la legislación italiana por no facilitar el paso de minusválidos (otra vez esos impertinentes con sus cojeras fingidas). Todo eso sin entrar en sus discutibles valores estéticos, sobre todo en tan histórico entorno. Inevitablemente viene a la memoria su famoso puente de Bilbao en el que la gente resbalaba cuando llovía.
3. Leo con tristeza el artículo de Antonio Muñoz Molina en Babelia ("Desolación de volver") sobre el irreparable destrozo que una política municipal ignorante y codiciosa ha hecho en el centro histórico de Úbeda. Pero no me sorprende en absoluto, ya que es la misma que se ha ejercido sobre el de Sevilla; la misma de la que ya empiezan a manifestarse preocupantes signos en el casco antiguo de Cádiz.
La culpa no es de la Arquitectura, una de las artes más bellas y completas que existen. Ni siquiera de los arquitectos, aunque sean en su mayoría unos pijos prepotentes; también hay entre ellos grandes profesionales. La culpa es de quienes juegan a ser mecenas del Renacimiento con el dinero del contribuyente sin saber de Teología ni de Geometría, sin tener decencia ni buen gusto.
Y por eso El Conciso está aquí, para denunciar todas esas fechorías. Empezamos nuevo curso con la esperanza de que este año nuestros redactores pueden vencer su clásica molicie y estar a la altura de lo que los lectores esperan de este blog. Vamos allá.
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