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De entre todo su discurso, a este duende le llamó la atención, muy especialmente, la historia de la Polilla de la Sal y la Pimienta (Utetheisa pulchelloide) -un animalillo que, con semajante nombre, pudiera muy bien haber protagonizado una de las piezas de El Cascanueces-. Como tantos insectos, esta polilla desarrolla en sus alas un diseño que le permite pasar desapercibida sobre los líquines que crecen en los troncos de los árboles. Los miembros de esta familia que, por alteración genética, presentaban alas oscuras en vez de moteadas, destacaban intensamente sobre las cortezas y no tardaban en ser eliminados por los pájaros insectívoros.
Obviamente, un ejemplar negro de Utetheisa pulchelloide constituía una presencia extrañísima dentro de las colecciones de entomología. En 1860, apareció el primero, en la colección de un aficionado británico -por supuesto-. A partir de esa fecha, la presencia de Polillas S&P en las colecciones -y en la naturaleza- comenzó a crecer, en detrimento de sus hermanas ortodoxas. ¿La explicación? El aumento de las partículas de carbón en el aire había ido elimando los líquenes de los bosques, provocando que las mariposas que entonces podían distinguirse con claridad fueran las moteadas.
La situación volvió a cambiar a partir de 1960, cuando el Gobierno inglés emitió una ley que prohibía las emisiones industriales de carbón a la atmósfera.