lunes, 23 de marzo de 2009

Meditaciones cuaresmales

Las cofradías andaluzas se organizan para manifestar su disconformidad con la reforma de la ley del aborto, y la ministra Bibiana Aído les reprocha que quieran hacer política con la semana santa. Aído es una excelente muestra de que ser joven, mona y de buena familia socialista no capacita a nadie para ser ministro. Y consigue que hasta los rojos de toda la vida acabemos añorando ministros como esos grises tecnócratas del tardofranquismo, vencedores en mil oposiciones y discretos gestores que nunca se metían en política.

Lo crean o no, las cofradías son unas de las pocas instituciones que mantienen una estructura y funcionamiento auténticamente democráticos; mucho más que cualquiera de los partidos políticos que ahora se rasgan las vestiduras. Las cofradías ejercen la libertad de expresión que reconoce la Constitución para manifestar sus respetables ideas sobre un asunto que atañe a toda la sociedad. Y no corresponde a ningún ministerio opinar sobre lo pertinente u oportuno que pueda ser. Los poderes públicos sí pueden, en el ejercicio de su función, decidir que el presupuesto del estado no debe destinarse a subvencionar cultos religiosos. Si no lo hacen será por razones electorales; o porque piensen que de ese modo pagan su silencio en asuntos incómodos, como hacen con los sindicatos y con tantas otras organizaciones paniaguadas. Criterio que, afortunadamente, la jerarquía católica no parece compartir, a la vista de su montaraz comportamiento de los últimos tiempos.

El líder mundial de los católicos desaconseja el uso de preservativi para combatir la infección por el VIH y se monta un enorme revuelo entre los bienpensantes. ¿Pero es que alguien esperaba otra cosa? Vamos a ver, es el representante de su dios en la tierra, heredero de una línea de pensamiento con varios milenios de antigüedad, y sus seguidores le consideran infalible cuando habla de temas religiosos. Eso sí, no obliga a nadie a seguir sus doctrinas. Pero resulta muy cómodo tener a alguien a quien echar la culpa de nuestra incapacidad de resolver problemas. Si la epidemia de sida está devastando a la mayoría de los países subsaharianos, la culpa no es de sus incompetentes y corruptos gobiernos, ni de sus sociedades patriarcales, ni de la codicia de los países desarrollados, ni de los laboratorios farmacéuticos. No. La culpa por lo visto la tiene un señor vestido de carnaval que va por ahí repitiendo ideas medievales sobre la transmisión de las enfermedades infecciosas. Y así nos luce el pelo.

martes, 3 de marzo de 2009

Antony


Es incómodo para un ateo escribir estas cosas, pero Amadeus, de Milos Forman, además de convertirse en un referente en mi vida, me descubrió que, mucho más allá de mi falta de fe, había una realidad indiscutible: Al Pajarito Mandón le gusta la música, y le gusta que le canten. Y cada cierto tiempo, aprovechando esta especie que no le salió tonta del todo, manda a este mundo insalvable (Él ya lo sabe, Él lo intentó, pero este mundo es insalvable y lo ha admitido) un ser elegido que le cante, o le componga, o le toque lo que sea. La música le puede. Una vez enviado el elegido, lo marca, lo estigmatiza, El Pajarito Mandón es así. Lo hace pobre, o drogadicto, o lo deja morir joven, o le da un cuerpo que no es el suyo, esas lindeces de mandón-matón. Pero, al menos, a los demás mortales nos deja compartirlo, aún no se sabe por qué extraña razón. Es una suerte.

domingo, 1 de marzo de 2009

Los buenos vecinos

A mí me encanta que me despierten los vecinos haciendo el amor. Sobre todo si mi vecina, que además me cae rebien, y sin ser guapa tiene su no-se-qué, repite palabras con ese hilito de voz que le quedaba a su pequeño cuerpo habitado, y el somier protesta como en una buena película francesa. Y aún más si, al fin, se corre; o, quizás agotada por el zigzag, o preocupada por la resistencia del somier, simula tan bien haberse corrido. Yo, que soy algo perverso y he aprendido a tener una gran capacidad de abstracción, dí media vuelta en la cama y, atravesando la pared, que a fin de cuentas no es tanto en estas casas modernas, me fui a completar mi noche con ella. Y por la mañana, mientras las tostadas, he puesto a Haendel, porque es de buenos vecinos alegrarse por los demás. Y ella no lo sabrá, o quizás lo suponga, pero cuando la vea de nuevo en el portal, habrá ganado tanto, y además será ya un poco mía.