domingo, 11 de enero de 2009
Eduardo Punset
"Proponerse algo es actuar con racinalidad y consciencia y, precisamente, la casilla más diminuta del cerebro humano es la que se destina a esto; el resto está regido por el inconsciente, afortunadamente para nosotros. Realmente, proponerte algo es querer cambiar tu ritmo de vida, tu forma de ser, y está demostrado científicamente que los hombres no queremos cambiar, porque hacerlo supone que nuestro cerebro se adapte a una nueva situación y eso implica una posibilidad de fracaso... algo que no nos gusta. Entonces, ¿de verdad no queremos proponernos nada cuando lo hacemos? No, no es así porque, paradójicamente, una vez al año, que suele ser después de las doce campanadas, necesitamos sabernos dueños de nuestras decisiones y constatar que no somos lo que somos por presiones sociales o que nuestro inconsciente nos domina".
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2 comentarios:
Hay pocas cosas demostradas científicamente, y relativas a la mente humana casi ninguna. Y parece mentira que a estas alturas aún estemos hablando de zonas nobles e innobles de la psique, rémora de la distinción platónica entre alma racional, irascible y concupiscible. Y al final la puñetera programación genética hace que todas nuestras zonas cerebrales (nobles, innobles y erróneas) sólo piensen en lo mismo.
Porque, cuáles son los proyectos más comunes de principios de año?:
1. Apuntarse a un gimnasio: es decir, mejorar el aspecto físico para tener más opciones en el mercado de la carne)
2. Aprender inglés: idem en el mercado laboral. Que en nuestro medio funciona como vehículo necesario para obtener nutrientes y cobijo (lo cual facilita también las opciones de cópula).
En el fondo, nadie lo ha explicado mejor que el Arcipreste:
"Como dijo Aristóteles, cosa es verdadera, / que el hombre por dos cosas trabaja, la primera / por haber mantenencia, la otra cosa era / por haber juntamiento con fembra placentera".
Verdaderamente, es usted la luz de Occidente, estimadísimo
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