jueves, 20 de noviembre de 2008

Manifiestos ateos

Ignoro las fechas de sus respectivas publicaciones, pero en el último año he advertido muy agradablemente un cierto resurgir de libros sobre el ateísmo, libros que se han vendido aceptablemente bien, y aunque ya he dejado caer el "muy agradablemente", no voy a desperdiciar la oportunidad de añadir: algo que me ha producido una enorme satisfacción, mezclada con un deje de esperanza en la humanidad y la capacidad de algunos de sus miembros de andar solitos.

Como algunos de ustedes saben, yo rindo permanente homenaje a mis semillas intelectuales. Y en cuestiones de fe, Demian (H. Hesse) y Nieztsche lo son. Pero hoy quiero recomendarles unas breves páginas de Jorge Luis Borges, un nombre que agota y hace inútiles los epítetos, y que siempre me llena de inmensa gratitud lectora. Se trata de "Historia de la eternidad", donde, manteniendo esa distancia y humildad que en él no son más que las máscaras de la perfección, Borges encierra más y mejor ateísmo que el desparramado por otras miles de páginas.

Hay para mí dos tipos principales de ateísmo, que se combinan en dosis de gusto personal. Sin querer hacer filosofía, los denominaría, para empezar a explicarme, el ateísmo ontológico o científico y el ateísmo moral. El primero decide la inexistencia de Dios, y por tanto lo ignora; el segundo, desengañado por el dolor y/o el mal, niega a Dios desde una perspectiva moral, pero cae en la contradicción de pedirle explicaciones. Como ejemplos de este último ateísmo estarían los deliciosos textos de Mark Twain, o algunos de los análisis de Onfray.

Mi ateísmo se acerca más al del primer tipo; nada tengo que reclamar a un Dios en el que no creo. El texto de Borges, que yo incluiría en esa primera categoría, es tan neutro, tan comentario a pie de página, tan absolutamente intelectual, que resulta demoledor. Su ironía me trae a la mente los temores del bibliotecario del "nombre de la Rosa", quizás sea cierto que es con la risa, sobre todo con la ironía, que es una risa sosegada, con la que al final quizás matemos a Dios, de una vez por todas y en paz y basta.

5 comentarios:

El Duende de los Cafés dijo...

¿Qué es, como el ateo-bus? Una especie de 'Dios no existe. Respira tranquilo. Sonríe y disfruta'? :-)

Academia de Ociosos dijo...

No, qué va. Es una historia de la idea de eternidad, en la que se van desgranando con lucidez todas las contradicciones del sistema de creencias desde una aparente distancia filosófica. Una delicia.

El Robespierre Español dijo...

Estimado Academia, creo que sería bueno editar el post y colocar entre comillas las citas literales de Borges, para no perdernos.

En cuanto a lo otro, estoy de acuerdo en que pedir cuentas a un Dios en que no se cree es oximonórico. Es como esos que rajan del Papa de Roma pero cuando habla en el sentido que les conviene lo ensalzan. Si no es creíble en una cosa no debe serlo para nada,digo yo.

Academia de Ociosos dijo...

Estimado Robespierre, como dicen los ingleses: "you've made my day!" ¡No hay citas de Borges en mi post! Es enterito mío ¿Tan bien escribo ya?

Un saludo.

El Robespierre Español dijo...

Pues debí leerlo con el culo, pues pensé que el tercer párrafo era una cita literal, no se porque. Mis disculpas. Pero bueno, un sabor borgiano tenía todo, sí.