Uno de los principales problemas que plantea la música contemporánea, aparte del rechazo de la mayoría de los oyentes, es el sistema de notación. El conocido pentagrama con sus claves y sus notas, evolución a su vez de los pneumas del canto gregoriano, ha venido prestando un excelente servicio para la preservación de la música desde el siglo XVI, pero ha quedado obsoleto para transmitir la realidad de una gran parte de la que se viene haciendo desde mediados del siglo XX. Y es que los sonidos obtenidos por manipulación de cintas magnéticas o generados a partir de fuentes electrónicas no suelen adaptarse bien al sistema de notación occidental tradicional. Afortunadamente en nuestra era el sonido puede ser grabado, con lo que la importancia de la partitura como medio de conservación de la música pasa a un segundo plano, pero sigue siendo necesaria para su interpretación.
Es cierto que existen otros muchos sistemas de notación, y de hecho las principales tradiciones musicales del mundo (China, India, Indonesia) tienen cada una la suya. Pero la ruptura de la música actual con la tradición es tan abrupta que en la mayoría de los casos los propios autores se han visto obligados a crear además el modo de representar gráficamente sus obras. Con lo que desaparece la posibilidad de disponer de un lenguaje común comprensible por todos. Pueden encontrar un excelente artículo en español sobre el tema (aunque extenso y académico) en la revista Sinfonía Virtual.
Uno de los recursos más empleados para representar sonidos son los colores, gracias a lo cual las clásicas partituras con notas negras sobre fondo blanco pueden llegar a convertirse en pinturas abstractas de singular belleza. Tienen un ejemplo de lo que les cuento en la siguiente animación, elaborada a partir de la partitura gráfica creada por Rainer Wehinger para la obra de Gyorgy Ligeti "Artikulation". Suban el volumen de sus altavoces porque suena bajito.
viernes, 14 de noviembre de 2008
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